AGRICULTURA

 

Fertilizantes para la soja de segunda

Aunque en los últimos diez años la mayoría de los suelos de la región pampeana se utilizan con siembra directa, la intensidad de los sistemas conlleva una disminución regular y permanente en los tenores de los principales nutrimentos, tales como el fósforo (P) y el azufre (S), entre otros. 

Luego del nitrógeno (N), el P es el segundo macroelemento de importancia para la producción de los cultivos, entre los que se cuenta la soja (Vivas, 1996), especie cuyo consumo es de alrededor de 6 kg de P/t de grano (Mengel et al., 1987) y que presenta un índice de cosecha de 0,70, lo que implica que aproximadamente un 30% del contenido total retorna al suelo con el rastrojo. 

En el departamento San Jerónimo (Santa Fe) son frecuentes los suelos con menos de 15 ppm de P extractable en el horizonte superficial, que coincide en la escala establecida por Penas y Wise (1973) con los niveles bajos. El P se destaca por su poder residual, es decir que aplicado en un cultivo como el trigo puede tener beneficios en el siguiente, como por ejemplo la soja. 

Del S se destaca que su contenido en la planta de soja es muy similar al de P (Stevenson, 1986), por lo tanto, en términos generales, le pueden corresponder similares proporciones de absorción e índice de cosecha. Las primeras deficiencias de este nutrimento se encontraron en regiones del sur de Santa Fe con alrededor de cien años de agricultura continua, asociadas con la erosión hídrica y la pérdida de la materia orgánica (Martínez y Cordone, 2000). También en la región central, con más de veinte años de agricultura permanente, recientemente comenzaron a observarse respuestas a la aplicación de S (Albrecht et al., 2000). Las deficiencias de S tienen gran incidencia en la mayor parte de los cultivos, pero en particular en las leguminosas como la soja impidiendo una actividad fotosintética normal y retardando el crecimiento. El síntoma más notable se registra en las hojas más jóvenes, que desarrollan un amarillamiento similar al que ocurre con una deficiencia de N. Al igual que el P, el S también puede ejercer efectos residuales en los cultivos posteriores. 

Qué se evaluó
El objeto de la experiencia consistió en evaluar el efecto residual de la fertilización con P y S sobre la producción de soja en dos secuencias de cultivo, trigo/soja y maíz-trigo/soja. El trabajo se condujo en la Unidad Demostrativa Agrícola de la localidad de Bernardo de Irigoyen (departamento San Jerónimo) sobre un suelo de la serie Clason con veintitrés años de agricultura continua. El estudio comenzó con el trigo 1999100, previa evaluación de algunos parámetros del suelo en el horizonte superficial. 

Las cantidades de N y de P se consideran bajas y justificaron el comienzo del ensayo. El contenido de S, obtenido con posterioridad al inicio de la experiencia, osciló alrededor de 10 ppm, valor crítico para lograr rendimientos altos de trigo, soja y maíz. El N se aplicó en el momento de la siembra del trigo por debajo y al costado de la línea de siembra y el P en la misma línea a 0,21 m de distancia entre surcos. El S se distribuyó con una abonadora centrífuga inmediatamente posterior a la siembra y el boro (B) con un equipo pulverizador, en una solución de 100 I/ha de agua, con el trigo al estado de tres hojas. Los fertilizantes aplicados fueron: urea (46% de N), superfosfato triple de calcio (20% de P), sulfato de amonio (24% de S y 21% de N) y Solubor (17,4% de B). La cantidad de S empleada en el trigo (20 kg/ha) contempló la posible utilización residual del cultivo posterior, soja. 

Luego de la cosecha del trigo (23 de noviembre), el 3 de diciembre se sembró la soja con el cultivar A 6445 RG a 0,70 m entre surcos y con una densidad de 27 semillas/m, la que fue tratada previamente con el fungicida Vitavax-Flo (Carboxin, 20% + Tiram 20%). No hubo necesidad de un herbicida previo ya que el lote no tenía malezas que justificaran el tratamiento. 

El primer tratamiento con herbicida fue de posemergencia el 30 de diciembre con glifosato (Round up Max) 1,445 kg(ha; el 4 de marzo se procedió a un control químico para anticarsia gemmmatalis con Decís 140 c.c. (Deltametrina A al 5%). Con la excepción de enero, la distribución mensual de lluvias se considera como bastante adecuada. 

Conclusiones
Con respecto a los tratamientos con fertilizantes, al igual que lo observado en trigo, la fertilización con P produjo incrementos en los rendimientos, los que fueron más notables cuando participó el NS o las combinaciones NPS. Podría interpretarse que la respuesta a P no resultó tan pronunciada porque existió una demanda de S que no se satisfizo; por otro lado, la respuesta a NS indicaría que el P extractable inicial de 14 ppm, en ese caso, no fue tan crítico y permitió la expresión del S. Sin duda la mejor respuesta se obtuvo con la combinación NPS, y se asume que la soja fue autosufíciente con respecto al N. 

Por último, no se observaron beneficios en la soja por el agregado de B. Se observó que, aunque la soja sobre la rotación maíz-trigo/soja produjo más que sobre la secuencia trigo/soja, en esta última se lograron los mayores incrementos de rendimiento para todos los tratamientos fertilizados. Esto indicaría que el monocultivo trigo/soja es mucho más dependiente de la fertilización que la otra secuencia. 

Sobre la secuencia maíz-trigo/soja, la soja, además de presentar una mejor perfomance que sobre trigo/soja, también logró un importante incremento de los rendimientos. Sobre las dos secuencias, las mejores respuestas residuales de la soja se hallaron con los tratamientos obtenidos por Vivas (1996) sobre las series de suelo Esperanza y San Justo. 

Fertilización en soja de primera

Los tres técnicos del Inta Rafaela, junto a Martín Favre, realizaron otro ensayo en fertilización de soja, pero esta vez sobre un cultivo de primera. Se evaluó su respuesta a fósforo, nitrógeno, azufre y micronu trientes, de manera similar al ensayo referido en la nota. Los sitios ensayados -La Pelada y Larrechea- presentaban valores medios de materia orgánica (2,3% promedio) y fósforo disponible (13,2 ppm, promedio), bajo contenido de azufre (7 ppm S-SO4, promedio), boro y calcio, y suficiente en nitrógeno (34,9 ppm N-NOS, promedio) y otros elementos como magnesio, potasio, ete. 

En Larrechea, el cultivo antecesor fue sorgo granífero, y se sembró la variedad A6001, el 17111199, con una Agrometal GX a 35 cm. En La Pelada, el antecesor fue maíz, y se utilizó la variedad A6401, sembrada con una John Deere a 42 cm. Analizando ambos sitios, en líneas generales aparece La Pelada como el ambiente de mayor potencial de rendimiento, debido a su más alta fertilidad química, plantean los autores tras determinar concentraciones foliares de los nutrientes al estado de R1.

Los autores del presente artículo son los técnicos de la EEA Inta Rafaela, Ing. Albrecht, Vivas y Fontanetto.

Fuentes:

Albrecht, R. E.; Vivas, H. S.; Fontanet- to, H., "Resultados preliminares de la fertilización compuesta de trigo sobre diferentes cultivos antecesores. Campaña 1999-2000', en Publicación Miscelánea N' 92, Inta EEA Rafaela, 2000. 

Martínez, F.; Cordone, G., Avances en el manejo del azufre. Novedades en respuesta y diagnóstico en trigo, soja y maíz', Jornada de Actualización Técnica para Profesionales "Fertilidad 2000", INPOFOS Cono Sur, Bolsa de Cereales de Rosario, 28 de abril de 2000. -Mengel, D. B.; Segars, W.; Rehm, G. W., "Soil Fertility and Liming", en Soybeans: Improvenwnt, Productwn, and Uses@ Agronomy Monograph Nº 16, Madison, 1987. -Penas, E. J.; Wise, R. A., Fertilizing Soybean Fields. Nebguide G 73-1, Cooperative Extension Service, Institute of Agriculture and Natural Resources, University of Nebraska, Lineoln, 1973. -Stevenson, F. J., Cycles of Soil. Carbon, Nitrogen, Phosphorus, Sulfur, Micronutrients.

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