AGRICULTURA  

 

Fertilización de soja

Pueden producirse altos rendimientos de soja tanto en suelos arcillosos como arenosos si el agua y los nutrientes no son limitantes. A pesar de haberse considerado que la soja poseía baja respuesta a la fertilización, la investigación ha demostrado que generalmente crece y se ha desarrollado mejor en suelos fértiles y, en muchos casos, responde a fertilización directa.

Para ello es necesario conocer la fertilidad de los suelos, los requerimientos nutricionales de la especie y los niveles a partir de los cuales se obtiene respuesta a la aplicación de cada nutriente.

La soja presenta, en relación a otros cultivos, alta absorción de nitrógeno y fósforo, en niveles solo comparables con las de otras leguminosas como la alfalfa.

Cuando no existen limitaciones en el suministro de agua y de nutrientes para el crecimiento del cultivo, la acumulación de materia seca en el tiempo presenta una primera fase de lento crecimiento, seguida por una etapa de máxima tasa de acumulación, para terminar cerca de la madurez fisiológica con los valores absolutos más elevados. Al finalizar el ciclo se registra una caída de la acumulación de materia seca, relacionada a la senescencia y perdida de hojas. Igual patrón de acumulación se observa para nitrógeno y fósforo.

Se ha determinado que para alcanzar un rendimiento en grano de 4.600 Kg por hectárea, se requirió una acumulación máxima (en madurez fisiológica) de 330 Kg./ha de N y 31 Kg./ha de P. La acumulación de N y P se anticipa a la materia seca, lo cual evidencia la necesidad de garantizar un elevado suministro de esos nutrientes desde el comienza del ciclo para lograr una adecuada nutrición del cultivo. Además existe una alta relación entre la acumulación de nutrientes esenciales primarios (N, P, K) y el rendimiento, ya que la proporción de los mismos en los granos a la madurez del cultivo muestra la importante exportación de esos nutrientes.

El nivel critico de los nutrientes en el suelo, es la cantidad por debajo de la cual comienzan a producirse respuestas a la fertilización, dependiendo del cultivo, cultivar, pH y del contenido relativo de los demás nutrientes del suelo.

La soja presenta un nivel crítico de 10 ppm para el fósforo y 130 ppm de potasio. El pH del suelo no influye tanto sobre la planta como sobre la bacteria fijadora del nitrógeno, que es más eficiente en suelos sub-acidos. Por lo tanto la reacción optima se encuentra entre 6-6,5. Cada nutriente posee un valor de pH especifico para una mayor absorción por parte de la planta, y por lo tanto es el que define la disponibilidad del mismo.

En general los niveles de fósforo han disminuido en zonas de la región pampeana, originalmente bien provistas de este elemento. Las fronteras entre las áreas de suficiencia (20 ppm) y deficiencia ( 10 ppm) va desplazándose paulatinamente hacia el oeste. Esto también se observa en el sur de Santa Fe y el oeste de la provincia de Buenos Aires. El contenido promedio de potasio disponible en la región se considera alto tanto en la capa arable como en el subsuelo.

La experiencia de  fertilización con nitrógeno realizadas en nuestro país, aplicadas al suelo, solo o combinado con fósforo a la siembra, incrementaron rendimientos en los cultivos no nodulados y otros inoculados en lotes con menos de dos cultivos previos de soja inoculada. Con dos o más años previos de soja nodulada, inoculada o no en el último año, las aplicaciones de nitrógeno a la siembra o a la floración no modificaron el rendimiento.

Con respecto al fósforo se observa un incremento en las demandas de fertilizante con el aumento de la expectativa de rendimiento, como así también con la disminución de los niveles de fósforo disponible en el suelo. Con respecto a este ultimo se recomienda tomar las precauciones que garantizan la correcta extracción de las muestras de suelo, ya que en la etapa de muestreo es donde se comete la mayoría de los errores.

De acuerdo a los ensayos del INTA en la región pampeana, existen tres rangos de disponibilidad de fósforo a los efectos de tomar decisiones de fertilizar con este nutriente. Estas recomendaciones son validas para aplicaciones realizadas a la siembra, en líneas, o franjas debajo de la semilla.

El contenido de potasio disponible de los suelos de la región pampeana es muy alto y la fertilización con este nutriente solo es necesaria en casos muy particulares. Y aunque no hay evidencias de deficiencias agudas de los demás macro y micronutrientes, es conveniente su monitoreo por el constante proceso de intensificación de la actividad agrícola.

Otro de los nutrientes a tener en cuenta es el azufre, que ha demostrado gran deficiencia en numerosos lotes de producción del sudeste de Córdoba y Sur de Santa Fe en las ultimas campañas. Esas deficiencias se dan en primer lugar en suelos arenosos o muy erosionados y con bajo tenor de materia orgánica o en lotes que tienen un intenso uso agrícola y donde se promueven altos rendimientos gracias a la fertilización con nitrógeno y fósforo en siembra directa continua.

El azufre se encuentra en una alta proporción bajo formas orgánicas, manteniendo proporciones constantes con el nitrógeno del suelo. La relación azufre nitrógeno más frecuente es de 6-8:1. En las plantas su deficiencia se presenta como amarillamiento de hojas jóvenes y menor desarrollo.

Evaluaciones realizadas en nuestra área mostraron respuestas variables a su agregado directo a la soja o indirectamente por fertilizaciones del cultivo antecesor. Los máximos incrementos registrados fueron de 11 qq/ha en soja de segunda siguiendo a un trigo fertilizado con 20 Kg./ha de azufre (además de nitrógeno y fósforo en las dosis habituales).

Fuente: El Cultivo de la Soja en Argentina. INTA 1998.  

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