AGRICULTURA

 

El encalado de los suelos

La alfalfa ha sido la principal forrajera asociada con el sector agropecuario pampeano. Introducida en nuestro país durante el siglo XVII por los conquistadores españoles, su cultivo se inicia en la zona de Cuyo, pero recién se difunde en la Provincia de Buenos Aires a mediados del siglo XVIII. Tuvo una rápida expansión especialmente a fines del siglo pasado y principios del actual, alcanzando el máximo cultivado con 8.703.270 hectáreas en 1918. A partir de allí, el área de siembra tuvo hasta la actualidad un comportamiento cíclico. 

La alfalfa se destaca por la alta producción de forraje de excelente valor nutritivo y por su aporte a la fertilidad de los suelos. A través de la simbiosis con la bacteria-Bradyrhizobium obtiene nitrógeno atmosférico, parte del cual luego queda disponible en el suelo. 

Acidificación
La evolución del agro pampeano se basó en gran medida en la rotación agrícolo-ganadera. Allí, los cultivos aprovechaban el aporte de fertilidad que hacía la ganadería a través de los alfalfares. En cambio, en los últimos, años esta relación sufrió modificaciones. En primer lugar, el ciclo agrícola se alargó debido a la mayor rentabilidad de los granos frente a la carne. 

A ello se sumó un incremento en los niveles de producción de los principales cultivos debido a la conjunción de una serie de factores: genéticos, con la obtención de cultivares más productivos; mecánicos, con sembradoras, pulverizadoras, cosechadoras más modernas y eficientes; químicos, con productos más adecuados para el control de malezas, plagas y enfermedades; de manejo de cultivo, con la aplicación de técnicas adecuadas en el momento justo y con la mayor difusión de las distintas prácticas de cultivo que tanto las empresas privadas como instituciones oficiales realizaron en los últimos años. 

Ello llevó, entre otras cosas, a un período de uso intenso de fertilizantes sintetizados para cubrir los requerimientos nutrientes por parte de los cultivos. 

Este avance del proceso agrícola y la disminución de la productividad y persistencia de la alfalfa debida a factores edáficos y sanitarios, fueron en gran medida los responsables de la disminución en el área cultivada. En las últimas décadas, la acidificación de los suelos se constituyó en uno de los principales factores que afectó el nivel de producción y la vida útil de los alfalfares. 

Los suelos de las zonas húmedas tienen la tendencia natural a incrementar su nivel de acidez. Este fenómeno es acelerado cuando se entra en un proceso agrícola. La acidez se genera por la pérdida de cationes básicos como el calcio, magnesio, potasio y sodio, por lavado a través del agua de lluvia o por extracción a través de los cultivos. 

Estos cationes son desplazados del complejo de intercambio constituido por las arcillas y materia orgánica, siendo reemplazados por iones hidrógeno provenientes del agua. 
La tolerancia a niveles bajos de acidez varía con la especie cultivada siendo la alfalfa muy sensible a este fenómeno. 

Su nivel de producción comienza a caer signifícativamente a partir de pH menores a 6,5-6,4. Ello se debe a que es afecta- do su desarrollo radicular, disminuyendo su crecimiento y debilitando de esa manera a la planta. Además se restringe la nodulación por parte del Braclyrhizobium, dado que la supervivencia de estas bacterias se reduce. 

La nodulación se realiza en forma restringida o incluso no se llega a producir. Las consecuencias de esto se traducen en una caída en el rendimiento del forraje. Una alfalfa que no posee nódulos se comporta igual que un cultivo agrícola, al extraer nutrientes y no fijar el nitrógeno existente en la atmósfera. 

Exigencias
El nivel de acidez o pH del suelo afecta el crecimiento vegetal de varias maneras. Incide directamente en la disponibilidad de nutrientes, como en el caso del fósforo, donde la mayor disponibilidad se da en valores cercanos a la neutralidad (pH 7). Por debajo de 5 es- te nutriente es fijado por el aluminio y el hierro, estando así indisponible para las plantas. Facilita también la solubilidad de elementos tóxicos ya que, al reducirse el pH, crece la solubilidad del aluminio y manganeso, que en determinadas concentraciones resultan nocivos para las plantas. 

Por último, en la medida que los suelos están cercanos a niveles pH neutros, la actividad de los microorganismos responsables de la descomposición de la materia orgánica y de las transformaciones de los distintos nutrientes será óptima. Al volverse el suelo cada vez más ácido, este fenómeno se ve alterado, afectándose el desenvolvimiento de las plantas por menor disponibilidad de los elementos nutritivos. 

El uso de productos ricos en calcio para el problema de la acidez, es una técnica conocida desde hace mucho tiempo. Con ella se busca reemplazar los iones hidrógenos retenidos en las partículas coloidales (arcillas y materia orgánica) que son los responsables de la acidez, restituyendo los cationes básicos perdidos, como son fundamentalmente el calcio y el magnesio. Dentro de los productos ricos en calcio utilizados como correctores este una variada gama de insumos, como la conchilla molida, cal viva, cal hidratada, y la caliza cálcica o carbonato de calcio. Esta última es la más utilizada. 

La cantidad de calcáreo a agregar en un lote depende de varios factores, entre los que se destacan el nivel de acidez del suelo, cantidad, tipos de  arcillas presentes y contenido de materia orgánica. Los suelos a medida que incrementan su acidez requieren mayor cantidad de cal. Pero la cantidad de corrector depende de los niveles de materia orgánica y arcilla en el suelo. 

Ello es debido a que estas partículas tienen más capacidad para retener iones que las arenas. Entonces para dos suelos con igual pH, se precisa más calcio o magnesio, es decir más corrector, en aquel que presente mayores niveles de arcilla o materia orgánica. El tamaño de partícula de calcáreo in- fluye en la velocidad de reacción en el suelo. A menor tamaño habrá una mayor velocidad de neutralización de la acidez. 

Atento a la difusión del problema de la acidez en la región pampeana, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria inició en 1992 una experiencia. Se trataba de un suelo con un pH de apenas 5,8 -es decir muy por debajo del nivel crítico- que venía de ocho años de agricultura (el cultivo antecesor fue girasol) y con el trabajo se buscó evaluar la producción, persistencia y nodulación de esta leguminosa ante dosis crecientes de cal, a partir de esa negativa condición inicial. 

En el mes de abril de aquel año se aplicaron dosis de 1.000, 2.000 y 3.000 kilogramos por hectárea en otros tantos lotes, dejando una como testigo, sin encalar. La cal utilizada contenía el equivalente a 41,16 por ciento de óxido de calcio y 20,2 por ciento de óxido de magnesio, implantándose alfalfa. La evaluación de la productividad se realizó mediante cortes al inicio de la floración. 

Los resultados fueron más que reveladores, ya que la productividad de materia seca por hectárea llegó casi a duplicar la verificada en el lote testigo, a la par que se manifiesta otro de los efectos de la corrección de la acidez del suelo sobre la alfalfa: el incremento de su persistencia. 

Al cabo de los tres años de la experiencia, la cobertura le plantas, considerada
ésta como medida de la persistencia, el lote testigo tenía el 51 por ciento del stand original, mientras que para los corregidos con 2.000 o más kilogramos de cal por hectárea, el nivel de cobertura promedió el 80 por ciento. Tanto por la situación de los suelos de la región como por los resultados obtenidos

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