AGRICULTURA


Manejo de alfalfares

En este artículo analizaremos  10 claves a tener en cuenta en el manejo habitual de un alfalfar.

Elección del suelo
La elección del suelo es el primer factor que puede llevar al éxito o fracaso en la implantación y logro de un alfalfar y uno de los menos tenidos en cuenta, en general, por desconocimiento de las características productivas y limitantes de los mismos. Los suelos ideales para el desarrollo de los alfalfares deben ser profundos, sin compactaciones superficiales (pisos de arado o duripanes) bien aireados (sin planchados superficiales) y drenado, sin problemas de hidromorfismo.

En un suelo con el perfil saturado de agua por 7 días, las mismas raíces de la planta producen toxinas que la matan. El suelo pare alfalfa debe tiene un mínimo de 90 cm. de profundidad sin limitantes a la penetración o desarrollo de raíces. Es deseable asimismo que el área de saturación esté por debajo de esta profundidad.

pH del suelo
La alfalfa se desarrolla mejor en suelos con pH neutro a ligeramente alcalino (ó. 5-7. 5), en los cuales es menor el desarrollo de patógenos y se favorece la nodulación por actividad de bacterial fijadoras de Nitrógeno. Hoy se note una mayor dificultad para lograr la persistencia de alfalfares en suelos acidificados por largos períodos de agricultura continua, en los que se comprueban pH de 5,3 a 5,6. Los pH neutros asimismo, favorecen la movilidad de nutrientes para la planta.

Cama de siembra
La correcta preparación de la operación de siembra, condiciona en un 50% el éxito en el logro del alfalfar. Las fallas más comunes que se observan son: camas cascotudas o excesivamente refinadas, fofas, sin acumulación de agua durante el periodo de barbecho, enmalezadas, o desniveladas.

La cama de siembra ideal debe ser firme, para posibilitar el correcto anclaje de la semilla durante el proceso de germinación y emergencia de la plántula, correctamente refinada, ni en exceso, ya que camas muy pulverizadas tiene mayor tendencia a plancharse con la lluvia, ni en defecto, ya que camas cascotudas dejan cámaras de aire o bloques grandes de tierra que dificultan la correcta germinación y emergencia de las plántulas.

La nivelación de la cama de siembra resulta de importancia pare lograr la correcta colocación de la semilla en profundidad, camas desniveladas tiene como efecto semilla sobre el suelo o excesivamente enterrada, con lo que se den pérdidas desde el arranque de la pradera. El enmalezamiento o exceso de rastrojos sobre el suelo debe evitarse pare favorecer el proceso de siembra evitando atoramientos de los elementos abresurco y cubridores de la sembradora.

Elección de la variedad
La elección de la variedad es de suma importancia ya que mediante este elemento estamos compensando por medio del mejoramiento genético los problemas patógenos y plagas (pulgones en particular) que se den en cada región. Hoy en día se cuenta con mucha información respecto a la tolerancia o resistencia de las diferentes variedades comerciales a los patógenos y pulgones más comunes.

De la misma manera, se ha podido comprobar en numerosos ensayos a campo, el diferente rendimiento de las variedades según el tipo de suelo y región que se analice. En estos casos lo ideal es remitirse a experiencias locales y no extrapolar conclusiones de ensayos de otras zonas que no siempre condicen con las condiciones ecológica del lugar.

Siembra
La profundidad de siembra ideal oscila entre los 0,5 y 1,5 cm. pare lo cual hoy en día se recurre, en el caso de máquinas sembradoras viejas, al sunchado de los discos pare lograr el control de la profundidad. La densidad de siembra es consecuencia de muchas variables, preparación de cama de siembra, tipo de sembradora (por lo general equipos obsoletos) que se utilice, costumbres regionales, etc.

La realidad es que por cada kg. de semilla de alfalfa que se pone por hectárea estamos sembrando 50 semillas por metro cuadrado. Con las densidades más comunes de 8 a 12 kg/ha estamos sembrando entre 400 y 600 semillas por metro cuadrado y es muy frecuente que en los recuentos de plantas al nacimiento de la pradera nunca se pase de 200 a 250 plántulas por metro cuadrado en el mejor de los casos (130-160 plantas en el promedio), lo que significa una eficiencia inicial de sólo el 50%-30%, esto indica que en lo referente a densidad de siembra todavía hay mucho por mejorar, particularmente en lo tocante a la tecnología de los equipos y los hábitos de siembra.

En muchos casos, con estas altas densidades no se hace otra cosa que generar mayor competencia de las plantas de alfalfa entre sí, con lo cual se logran plantas más débiles y con menor desarrollo radicular inicial. En algunos grupos CREA del Centro de Santa Fe se está ya experimentando con densidades de 3 kgs/ha en siembra directa sobre rastrojos de verdeos de verano, con eficiencias del 95% en la implantación.

Otras fallas muy comunes en el proceso de siembra son: el retraso de fecha por falta de humedad o inadecuada preparación, que lleva el nacimiento de la pradera al momento de sequía y heladas invernales, la siembras con especies acompañantes en densidad excesiva y los desbalances en las mezclas, que luego generan competencia entre especies sembradas y la falta o inadecuado control de malezas y plagas animales que bajan el stand inicial de plantas.

Fertilidad del suelo
La planta de alfalfa tome el 75% de los nutrientes de los primeros 5-25 cm de suelo, y el 25% restante de mayor profundidad.

Una tonelada de heno de alfalfa extrae del suelo:

  • 30 -40 kgs/ha de Nitrógeno.
  • 25-30 kgs/ha de Potasio.
  • 2,5 - 6 kgs/ha de Fósforo.
  • 2,5 - 5 kgs/ha de Azufre.
  • 2,7 - 4 kgs/ha de Magnesio
  • 0,3 - 0,5 kg/ha de Boro
  • Menos de 0,1 kg/ha de Cobre y Hierro.


La fertilización de alfalfa será justificada en función de las deficiencias de nutrientes que determine cada tipo de suelo. La fertilización más común en la región pampeana es con fósforo como elemento arrancador para las leguminosas de la pradera. La fertilización con Nitrógeno tiene por lo general un efecto depresor de la nodulación y fijación simbiótica de Nitrógeno. La deficiencia de azufre reduce la nodulación de la alfalfa, disminuye el rendimiento y la persistencia de las plantas.

Plagas animales y malezas
En el tema plagas las que mayor incidencia tiene sobre la pérdida de alfalfares son:

  • En implantación-pulgones, larvas de gorgojo de la alfalfa, orugas cortadoras.
  • En producción: pulgones, isocas cortadoras.

Para el complejo de pulgones de la alfalfa (Acyrtosiphon pisum verde,- kondoi - azul - Aphis crassivora - negro,- y Teriophis maculate - moteado) las dos formas ideales de control son, en primer lugar la resistencia genética que se viene desarrollando en los últimos años con muy buenos resultados, y en segundo lugar, el control biológico, por medio de parásitos y predadores. Recién en el caso de que estemos con un cultivar sensible y en ausencia de predadores, seria lógico utilizar biocidas sintéticos. La tolerancia a los diferentes tipos de pulgón está bien explicada en las descripciones de los diferentes criaderos por lo que no nos extenderemos en el tema.

Criterios
A menor desarrollo de planta, a mayor densidad densidad de pulgones por planta y a mayor déficit hídrico, mayor riesgo de pérdida de plantas. En el caso de los gorgojos de la alfalfa (Naupactus sp, Pantomorus sosp. , Priociphus sp. etc. ) el tema se complica por la dificultad que plantea el tratamiento de suelos pare matar a las larvas de los mismos, particularmente sin contar con herbicidas clorados.

En lotes en los que se detecte la presencia de larvas de gorgojo, la única posibilidad es una pulverización con permetrina (60-80 cm. cúbicos/ha) y posterior incorporación al suelo previo a la siembra. Las mismas recomendaciones valen para orugas cortadoras. (Agrotis malefida, Porosagrotis gypaetina, etc. ) si bien no es frecuente su ataque en alfalfas en implantación. Para el caso de las orugas defoliadoras (Colias lesbia, Rachiplusia nu) el criterio es parecido al utilizado con pulgones en lo que respecta a la observación de predadores en la pradera.

Las fitotecnistas se encuentran en estos momentos intentando incorporar el gen del Bacilus thuringiensis a las plantas de alfalfa a fin de lograr plantas resistentes a las orugas defoliadoras. Para todos los casos en que se presenten insectos el criterio debe pasar, en primer lugar, por la correcta identificación del atacante, segundo por la evaluación de la población de predadores presentes y sus evolución en el cultivo, y entonces sólo si la situación fuera muy critica se justificaría el uso de biocidas, sino seria mayor el daño que el beneficio de una pulverización apresurada. 

El problema de la malezas es crítico en el momento de implantación de la pradera, máxima de siembra despareja que provocará el nacimiento desuniforme de la alfalfa dificultando así la decisión del momento apropiado de control químico. Las malezas perennes, particularmente el gramón (Cynodon dactylon), puede presentarse tanto como un problema a la implantación así como una consecuencia de sobrepastoreo de la pradera, en ambos casos su incidencia constituye un serio factor de competencia pare el alfalfar siendo necesario su control.

No haremos referencia a las medidas de control químico de malezas ni plagas en este punto por estar suficientemente desarrollado el tema en otras publicaciones.

Enfermedades
Se pueden agrupar en enfermedades de la corona y del follaje. Las enfermedades de corona son podredumbres húmedas producidas por Phytophtora y Fusarium principalmente y podredumbres secas o corchosis producidas por Xilaria sp. Las enfermedades de hoja o viruelas están principalmente producidas por Leptosphaerulina briosiana (mancha ocular) o Collecotrichum trifolli (Antracnosis).

Las enfermedades de corona tienen una distribución geográfica bien determinada por el INTA,en nuestro país, luego de varios años de ensayo en el plan alfalfa, así hoy se sabe que para el área de Rafaela la principal enfermedad es Fitoftora, seguida de Corchosis y CPCR (Complejo de podredumbre de ratz y corona) en tercer lugar. Para el área de Manfredi el patógeno principal es la Corchosis, seguida de Raíz hueca" (gorgojos), CPCR y en cuarto lugar Antracnosis.

Para el área de Castelar (provincia de Buenos Aires). El patógeno que explica las pérdidas de plantas en primer lugar es la Corchosis, seguido de CPCR y Fitóftora en tercer lugar. Las enfermedades de hoja en general tienen relación directa con la humedad ambiental, aumentando su incidencia cuanto mayor es esta, particularmente las alfalfas de los grupos de menor latencia son más sensibles a este tipo de enfermedades. 

Para el caso de las enfermedades el criterio de control pasa específicamente por la selección de variedades resistentes a cada tipo de patógeno. Cabe acotar aquí que la Corchosis es una enfermedad de incidencia en nuestro país, y que todavía no hay variedades resistentes. Cuando no se cuenta con variedades resistentes, lo que corresponde es sembrar la pradera en suelos lo menos deprimidos y húmedos posibles.

Fuente: INTA, 1999.

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