Cómo elegir la semilla
correcta
Muchos factores contribuyen para que un cultivo de maní sea exitoso y rentable. La variedad seleccionada, las prácticas culturales, el control de malezas y
enfermedades juntamente con los factores ambientales interaccionan para determinar el rendimiento y la calidad del maní producido.
La implantación del cultivo a partir de
semillas de alta calidad es también uno de los aspectos importantes a considerar. La siembra de una semilla sana, madura,
libre de enfermedades, de elevado vigor y poder germinativo, proveniente de un
cultivar de alto rendimiento significa un buen comienzo de un cultivo de
maní.
Además ayuda a superar condiciones adversas como bajas temperaturas del suelo, mayor concentración de herbicidas en determinados lugares, excesiva profundidad de siembra o
encostramiento superficial.
El maní tiene la particularidad de producir sus frutos enterrados en el suelo siendo la cáscara de la vaina quien
provee protección a la semilla hasta la cosecha. Una rotura en la vaina producida por insectos o por rehumedecimiento después de sequías brinda un punto de entrada a
microorganismos que pueden dañar o destruir la semilla.
También el daño mecánico producido a las vainas durante la cosecha o descascarado, no sólo permite la entrada de organismos patógenos, sino que puede dañar
directamente la semilla. Cuando el otoño es húmedo y no se dispone de secado artificial, la pérdida de humedad de las vainas es lenta, prolongándose
excesivamente el período entre arrancado y descapotado, lo cual favorece la invasión de
microorganismos que deterioran la calidad de la semilla.
Una semilla íntegra consta de un tegumento, dos cotiledones y un embrión.
El tegumento o el piel de la semilla es una efectiva barrera protectora, además es la única que protege la semilla después de descascarado. La rotura o pérdida del tegumento durante la cosecha o el procesamiento facilita el
deterioro de la semilla y la pérdida del poder germinativo. Los cotiledones
representan el 94% del peso de una semilla madura y almacena los alimentos utilizados durante el proceso de
germinación y emergencia de la plántula.
El daño a los cotiledones produce muerte de tejidos, incluso toda la semilla puede morir, pero el daño inmediato es la pérdida de sustancias de reserva. El embrión también es muy susceptible a ser dañado. En algunas
semillas el extremo de la radícula, lo que algunos llaman "pico", es muy prominente y sufre frecuentemente daños mecánicos durante la cosecha y el procesamiento.
La calidad de la semilla es evaluada en el laboratorio de análisis, sin embargo, algunos factores deben ser inspeccionados en el campo, previo a la
cosecha. Los lotes de producción de semilla deben estar libres de plantas de otros cultivares y/o de plantas fuera de tipo de la variedad cultivada. En caso de
tenerlas deben ser eliminadas previo al arrancado del cultivo. También debe ser un lote libre de "cebollín". La siembra de semilla de maní contaminada con
"cebollín" ha sido probablemente, la vía más eficaz de difusión de esta maleza en el área manisera.
Los análisis que se deben realizar a una semilla de maní son los de pureza y
germinación, el análisis de pureza se realiza sobre una muestra de aproximadamente medio kilo de semilla,
separándola en cuatro componentes: semilla pura, cuerpos extraños, semilla de otros cultivares (si se los puede identificar) y
semillas de malezas.
El porcentaje de cuerpos extraños provee buena información acerca de la condición de la
semilla. Un bajo porcentaje del mismo indica que la semilla ha sido cosechada,
almacenada y procesada cuidadosamente. La presencia de malezas es rara en
lotes de semillas de maní, excepto de "cebollín" cuyos bulbillos son difíciles de separar en el proceso de selección y de reconocer una vez que la
semilla ha sido tratada con fungicidas.
La información de mayor interés práctico para el productor es la suministrada por los análisis de germinación
realizados sobre el componente semilla pura. El análisis se realiza en condiciones totalmente controladas en un período de 10 días durante el cual se cuentan las plántulas que han desarrollado
normalmente y se informa como porcentaje la proporción de semilla que ha dado origen a plántulas normales. Este análisis es realizado sobre una pequeña cantidad de semilla, por lo tanto, es muy importante la toma de la muestra.
Cuando se realizan los análisis de germinación, se debe tener en cuenta que las semillas de algunos cultivares presentan dormición o latencia inmediatamente después de cosechadas, lo cual impide la normal germinación.
Para completar la madurez durante el período de poscosecha algunos cultivares requieren semanas y otros
meses, durante ese período la dormición declina gradualmente hasta que la semilla alcanza la total madurez. Debido a esta característica fisiológica, es imposible realizar un análisis común de germinación del cultivar
Florman y de otros cultivares de maníes del tipo Runner inmediatamente después de la
cosecha, debiendo para ello esperar cuatro o cinco meses.
En los laboratorios de análisis de semilla se utilizan diversas sustancias orgánicas para acelerar la ruptura de la
dormición, lo cual permite realizar los análisis inmediatamente de cosechada la semilla.
Una evaluación más certera del potencial de germinación de la semilla de maní en el campo que los que otorga el poder
germinativo, es el de vigor germinativo. El vigor es definido como la condición de la semilla que promueve una normal
germinación y emergencia en las condiciones de campo más desfavorables. Así, dos lotes de semillas pueden tener el mismo o similar potencial de germinación en un ambiente favorable, pero en un ambiente desfavorable tales como el exceso de humedad o baja temperatura del suelo, un lote de semilla con mejor vigor
germinativo puede nacer mejor que otro de menor vigor germinativo.
Con respecto al tamaño de la semilla muchos productores maniseros prefieren sembrar las más pequeñas, teniendo en cuenta que se necesitan menos kilos por hectárea y, en general, presentan un mejor
nacimiento que otras de mayor tamaño. En la mayoría de los años el poder
germinativo es más crítico que el tamaño de la semilla. Sin embargo, la mejor emergencia, el rápido crecimiento de las plantas y el mayor rendimiento logrado
en pocos años, justifica el uso de semilla de tamaño medio (50/60 granos por onza); una onza=
28,35 granos.
En consecuencia debe quedar claramente
establecido que agronómicamente la mejor semilla es la de tamaño mediano,
cuando la misma ha sido cosechada, descascarada, almacenada y "curada" con los cuidados que necesita un grano para ser usado para semilla.
Otro aspecto muy común que afecta la calidad de la semilla de maní es la mezcla varietal.
La presencia de semillas de otros cultivares perjudica tanto el manejo agronómico como el valor comercial del producto cosechado. La
contaminación más frecuentemente observada en campo de productores es con plantas de los cultivares Manfredi 68 y Colorado, ambos son de cielo más corto que los
tipos Runner, por lo que es de esperar que al momento de arrancado un elevado porcentaje del maní producido por estas plantas se haya perdido por sobremadurez, disminuyendo el rendimiento del cultivo principal por competencia. Pero como no toda la producción de estas plantas se pierde, lo cosechado también perjudica a la industria seleccionadora al
disminuir su eficiencia de trabajo.
En conclusión, la semilla de maní es un insumo caro y muy susceptible a alteraciones originadas tanto por el manejo como por las condiciones ambientales. El
tratamiento con fungicidas protege a la semilla de organismos patógenos que la atacan en el suelo al momento de ser sembrada, pero no sirve para mejorar una semilla deteriorada previamente.
Por estas razones, es necesario tener especial cuidado en la elección de la
semilla de maní, asegurándose que tenga buen poder germinativo, pureza y tamaño adecuado.
Densidad de siembra
El maní es un cultivo que para expresar su potencial de
rendimiento necesita, entre otros factores de producción, una rápida
implantación con el número de plantas necesarias para cubrir el suelo.
Cuando el maní ocupa la totalidad del espacio disponible, además de competir con las malezas, efectúa una eficiente
"cosecha" de la energía solar que, juntamente con el agua y los nutrientes, son los elementos de la naturaleza que utilizan las plantas para vivir y producir.
El maní tipo Runner igual que los otros tipos de maní cultivados en nuestro país, se siembra en hileras separadas a 70 centímetros con las sembradoras convencionales de grano grueso.
En años en que el cultivo soporta períodos de sequías en la etapa reproductiva, el número de vainas por planta es menor que en años con buenas condiciones ambientales. Considerando que el cultivo de maní sin riego soporta en la mayoría de los años períodos de estrés hídrico, el número de vainas por planta es normalmente menor que el potencial.
También se debe considerar que la densidad de plantas afecta el número de
una baja densidad de plantas con pocas vainas cada una de ellas disminuye sensiblemente el rendimiento.
En cambio, en años con lluvias abundantes y oportunas, un número de
plantas ligeramente inferior al óptimo no afecta el rendimiento.
Para lograr una correcta distribución en la hilera, es necesario
utilizar semilla de tamaño uniforme. Ensayos realizados
han demostrado la conveniencia de sembrar las de tamaño medio, o sea granometrías
50/60 o 60/70.
Para saber los kilogramos de semillas a sembrar por hectárea, es necesario conocer el tamaño de la semilla y el poder
germinativo.
El poder germinativo se obtiene enviando una muestra representativa del
lote de semilla a un laboratorio de análisis.
Ensayos efectuados en lotes de productores, correlacionando el poder germinativo con el número de plantas obtenidas en el campo demostraron que cuando la siembra se realiza con
semilla de buen poder germinativo (mayor del 85%) y en buenas condiciones de temperatura y humedad se logra
entre 10% y 15% menos de plantas que el valor del poder germinativo. Por ejemplo, con 100
semillas de 90% de poder germinativo, se logran aproximadamente 75 plantas. Por lo tanto, el
número de semillas a sembrar deberá ser un 25% mayor que el número de plantas deseadas.
Por último, la experiencia indica que un cultivo de maní "ralo" nunca logra el máximo rendimiento posible. En cambio el exceso de plantas, no disminuye el rendimiento, pero aumenta el costo de implantación. De todos modos, es preferible tener más plantas que lo óptimo y no menos.
Como conclusión, la densidad de siembra óptima de los cultivares de maní tipo Runner es la que permite obtener 10 a 12 plantas bien distribuidas por metro de surco y un mínimo de 8 plantas para aspirar al mejor
rendimiento.
Agrobit.com
Fuente: Publicaciones de la UNRC
INTA
Manfredi
Revista Super Campo
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