PARQUES Y JARDINES  

 

El cuidado de la tierra

La tierra es la parte más importante de su jardín; de ella surge todo lo bueno. Si usted la ignora y continua sembrando y plantando cada año sin devolverle nada, la productividad y la calidad de las hortalizas y demás plantas disminuirá notablemente. Para que produzca al máximo hay que tratarla como un amigo; necesita alimentación y riego, y que no se la comprima cuando está demasiado húmeda. 

Si usted puede conseguir una tierra fértil, las probabilidades de producir son mucho mayores. Los vegetales alcanzarán más peso y sabor, mientras que las flores crecerán con más vigor y se darán en más número. Además, aguantarán más los parásitos y enfermedades.   

La estructura del suelo

La tierra es básicamente roca deshecha. Como tal es inerte y no muy apropiada para la vida de las plantas. Sin embargo incorporada a ella existe una gran cantidad de material orgánico que no solo proporciona nutrientes, sino materiales fibrosos que son esenciales para la capacidad de la tierra de mantener la humedad. Sin ella, el agua se escurriría rápidamente como en la arena.

La composición de la tierra puede variar una enormidad, dependiendo de cómo se formó. Las tierras arenosas son muy ligeras y friables, y desaguan con facilidad. No retienen bien la humedad y ese paso del agua se lleva los nutrientes con ella.

La tierra arcillosa está formada por partículas finas que se pegan unas a otras creando la pegajosidad característica de la arcilla. La arcilla desagua muy lentamente, de modo que los suelos arcillosos crean un entorno muy húmedo y resbaladizo en el que pocas plantas se sienten a gusto. La tierra pegajosa y seca es muy difícil de trabajar. Una vez que la tierra arcillosa se seca se pone tan dura que crea un entorno hostil para la mayoría de las plantas de jardín.

Entre estos dos tipos de suelo se encuentra el medio justo: el mantillo. Éste retiene la humedad de forma que hay suficiente agua para las plantas, pero a la vez desagua con facilidad.

Dependiendo de la base rocosa o del componente principal, un suelo puede ser ácido o alcalino. Los suelos asociados a zonas turbosas son ácidos, mientras que los arcillosos o cálidos son alcalinos. Pocas plantas toleran los extremos de ambos. Algunas no se darán en suelos alcalinos, de ello son un ejemplo clásico los rododendros. Otras no lo harán en los ácidos.

La relativa acidez/alcalinidad de los suelos se mide en  una escala pH del 0 al 14 en la que el 7 es neutral. Desde el punto de vista de un jardinero, el mejor suelo se encuentra en el lado ácido del punto neutral, en el punto 6,5. Por debajo de esto, el suelo es demasiado ácido y no permitirá que se den una serie de minerales que las plantas necesitan. Por encima, los suelos son demasiados alcalinos, lo cual produce unos efectos similares. 

Otro aspecto de la estructura del suelo es su perfil. Generalmente en un jardín la capa superficial del suelo contiene la mejor tierra. Lo normal es que esa capa haya sido trabajada agrícolamente durante siglos y esa la hace distinta de las otras capas. La capa que se encuentra debajo de la superficial se llama subsuelo. En muchas ocasiones ésta constituye el suelo nativo, pero en jardines bien trabajados es corriente que también haya mejorado. Debajo está el verdadero subsuelo que en una zona arcillosa, lo más seguro es que no sea más que pura arcilla. 

Es esencial que el jardinero mantenga estas capas en sus lugares respectivos.

Otro factor a considerar es la zona de dureza que se puede producir entre las diferentes capas del suelo. Años de arar o cavar constantemente pueden hacer que se forme una capa compacta a la profundidad del arado o la pala a través de la cual no puede pasar ni el aire, ni el agua, ni las raíces. Los productos químicos en especial los minerales, tienden a fortalecer esta capa haciéndola más dura y posiblemente más toxica para las plantas. Esto es un problema solo si no se conoce, ya que se puede erradicar cavando en profundidad.

Análisis del suelo

Es necesario saber si usted tiene un suelo arcilloso o arenoso cavando un agujero en el jardín dejando que la tierra se deslice entre los dedos. Si pone usted una muestra en una jarra y bate, verá que los diferentes componentes se asientan en capas y que el material orgánico se queda flotando encima.

Para comprobar su capacidad para retener o perder agua, cave un agujero de una pala de profundidad y llénelo de agua. Deja que se escurra y vuelva a llenar el agujero. Si este segundo llenado desaparece rápidamente, quiere decir que el suelo desagua demasiado. En cambio, si continua allí pasadas las horas o incluso días está claro que se pasa al extremo contrario. Si desaparece en forma regular en aproximadamente media hora, entonces su capacidad es correcta. 

Hay varios indicadores naturales de la acidez o alcalinidad de su suelo. Por ejemplo, si crecen en su jardín helechos o rododendros, eso quiere decir que es ácido. Sin embargo, es todavía mejor comprar un aparato indicador de la calidad del suelo en un centro de jardinería. 

Una vez analizado el suelo es posible saber qué se puede hacer para mejorarlo. 

El abono 

El abono es uno delos medios más importantes que tiene el jardinero orgánico para conseguir un suelo más productivo. Cada año la naturaleza devuelve al suelo gran parte de la riqueza perdida en la creación de las plantas: a los árboles se les caen las hojas y las plantas herbáceas mueren. Este ciclo es continuo, pero si uno lo rompe, como se hace en el jardín, arrancando las hortalizas para comérselas, se tiene que encontrar otra forma de añadir material orgánico al suelo.

El jardinero no orgánico usa fertilizantes artificiales. Estos alimentan a las plantas pero no acondicionan al suelo como convendría. Una forma más sensata y natural consiste en reciclar toda la materia orgánica que se pueda (las malas hierbas, los residuos vegetales, las hojas) y devolverlas al suelo. Si hay suficiente, esto bastaría para la mayoría de los jardines, a lo que solo habría que completarlo ocasionalmente con fertilizantes orgánicos, naturales para reponer minerales específicos que puedan faltar. 

Algunos materiales valiosos para mejorar la calidad del suelo son: 1. harina de huesos; 2. estiércol; 3. recortes de hierbas; 4. turba; 5. corteza usada; 6. potasio de roca.

Drenaje 

El drenaje es una parte importante de la mejora de la tierra. No es conveniente cultivar plantas que no sean amantes de la humedad en terrenos saturados de agua. SE puede tratar de añadir grava pero si se trata de un problema serio con el agua estancándose en el terreno después de cada chaparrón, debe usted instalar un sistema de drenaje apropiado. Esto se hace cavando zanjas en forma de espiga hasta el subsuelo y colocando tuberías de desagüe en ellas. Cúbralas con piedras pequeñas o llene las zanjas con cascotes cubiertos de grava. Éste es agujero profundo de una capacidad de al menos una yarda cúbica llena de agua. Una alternativa es utilizar el agua es utilizar el agua para crear un estanque y conducir las tuberías hasta él.        

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